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Category: Música

Banda Chilena SYNTE Lanza Nuevo Sencillo.

Una apuesta más disco, más energética, más bailable. Es el regreso del proyecto Synte, comandado por Matías Latrach y Nataniel Reyes. En “Nuevo Sol”, participaron también Camila Aranda en la voz y Antonio Romero en guitarras. Matías toca teclados y percusión y Nataniel el bajo eléctrico.

Una versión 2020 de su mirada del funk y la música de baile, una continuación de lo que ya habían mostrado con la canción “Vibra”, en junio pasado.

La coproducción y la mezcla fueron hechas por Nicolás Abumohor y la masterización quedó en manos de Gonzalo “Chalo” González. “Nuevo Sol” se grabó en el estudio de Matías Latrach y en el de Andrés Howard y ya está disponible en formato streaming en todas las plataformas.

Escucha aquí el nuevo single:

5 Canciones Que Los Productores Necesitan Escuchar

Rick Rubin: Desde Hip-Hop Hasta Rock y Pop

Es raro que un productor abarque distinto géneros con éxito, pero incluso es más raro que se conviertan en figuras influyentes líderes fuera del estilo por el que se hicieron conocidos.

Rick Rubin es uno de esos productores, que ha cosechado respeto y, algunos dirían, sonidos pioneros en una lista diversa de géneros desde thrash metal hasta hip-hop, country hasta pop y casi todo lo demás.

Con cientos de millones de álbumes vendidos con su nombre bajo la la manga, podríamos elegir más de cinco canciones para cada uno de los artistas con los que ha trabajado. Aquí, hemos elegido una selección que muestra solo una parte de la diversa gama de música que se beneficia de la supervisión de Rick Rubin.

1. Johnny Cash

La canción presenta una guitarra acústica doblada, piano, almohadillas de órgano / armonio y la distintiva voz de barítono de Cash. Las voces están grabadas tan cerca y secas que se siente como si estuvieras sentado en la cabina con él, y el hecho de que la pista vocal comience a distorsionarse es un ejemplo perfecto del enfoque de rendimiento sobre perfección de Rubin cuando se trata de grabar. 

2. Red Hot Chili Peppers

El primer sencillo, Scar Tissue, es un gran ejemplo del enfoque de instrumentación de Rubin menos es más, con las partes más o menos limitadas a la formación de la banda principal de una guitarra, bajo, batería y voz.

Mientras que otros productores podrían haber alentado más capas bajo el escaso solo de Frusciante, el as de bajos Flea simplemente se mueve al registro de guitarra mientras mantiene el extremo bajo con una línea de bajo pedaleada a través de las octavas.

3. Slayer

Raining Blood es el ‘éxito’, con su riff cromático que suena malvado, cambios de tempo que romperán tu cuello y partes de batería / guitarra que siguen siendo clásicos hoy en día. Igualmente impresionante es que todo esto está abarrotado en 4:15 segundos, con el recorte de grasa de Rubin ajustando los arreglos con una economía hardcore inspirada en el punk y brindando una claridad fresca al sonido general de la banda.

4. Ed Sheeran

La pista en sí está liderada por dos guitarras acústicas, respaldadas por un ritmo de cuatro contra el piso posterior al club. Es otro ejemplo más del sonido seco y cercano de Rubin, intercalado con voces de fondo llenas de ambiente.

En el momento en que llegamos al coro, la canción se abre con almohadillas de cuerda de sintetizador que agregan ancho y reverberación adicional en las trampas que se suman al trippiness.

El arreglo con frecuencia salta entre los sonidos secos / húmedos en las secciones antes de que el final de la canción se convierta en una pared detallada de frases vocales en bucle, coros y sintetizadores adicionales, lo que demuestra que las producciones de Rubin no son solo el mínimo. 

Bloodstream evoca la estética del título, y le recomendamos que escuche con los auriculares para elegir los detalles.

5. Jay-Z

La pista es una sección transversal perfecta de la producción de collage de hip-hop de la vieja escuela que se remonta al trabajo anterior de Rubin: la línea principal / coro interpolado (tomado de la melodía del mismo nombre de Ice-T); la pista de batería construida a partir de muestras de The Big Beat de Billy Squier, Long Red de Mountain y Get Me Back On Time Engine # 9 de Wilson Pickett; y casi ningún contenido melódico (la parte de la guitarra se basa en el comienzo de The Big Beat).

Jay-Z expresa las trampas del éxito y la industria que quiere explotarlo, lucha con otros raperos (Nas) y aborda la desigualdad racial que es tan relevante hoy como lo fue cuando 99 Problemas se lanzó hace 16 años.

Source: musicradar.com

¿En Qué Casa Pasarías Esta Cuarentena?

¿En Qué Casa Pasarías Esta Cuarentena?

Te proponemos un sencillo ejercicio de imaginación. Si pudieras elegir con qué artistas pasar la cuarentena, ¿en cuál de estas casas te quedarías?

La elección está difícil pero la diversión, ¡asegurada!

En Instagram, como ves, la decisión no estaba nada clara y los gustos oscilaban entre la Casa 1 (con potentisimos artistas como Lennon, MCCartney o Bob Dylan), la Casa 3 (formada por grandes figuras del jazz como Miles Davis, Coltrane o Ella Fitzgerald), la Casa 4 (la más soulera, con James Brown, Aretha Franklin o Stevie Wonder) y la Casa 6 (una amalgama de versátiles artistas como Amy Winehouse, Freddy Mercury o David Bowie).

Por supuesto, había quien prefería los ritmos más flamencos de la Casa 2 (con unos inmortales Paco de Lucía y Camarón, junto a los cuales la presencia de Rosalía generaba más de un debate), o la fusión de músicas del mundo de la Casa 5 (con la esencia latina de Tito Puente, Tom Jobim y Astor Piazzolla, acompaña por la calidez de la africana Cesária Évora y el embrujo balcánico de Goran Bregovic).

De hecho, hay quien propuso formar una casa alternativa con una persona procedente de cada una de las casas propuestas: John Lennon, Paco de Lucía, Miles Davis, Stevie Wonder, Tito Puente y David Bowie.

En cualquier caso, y dejando a un lado el increíble cóctel musical que formarían, puede que la convivencia no fuera del todo fácil entre todas estas icónicas figuras del Jazz y las Músicas Actuales, ¿no crees?

Y tú, ¿tienes claro ya en qué casa te quedarías?

¿Para qué nos preparamos los músicos?

¿PARA QUÉ NOS PREPARAMOS LOS MÚSICOS?

Ya llegamos a los dos meses de cuarentena, y hemos pasado por distintas etapas emocionales. Más allá de la incertidumbre que genera el encierro y la situación económica, y luego del impacto emocional inicial, la mayoría de músicos, entre los cuales me incluyo, tarde o temprano hemos restablecido nuestros hábitos de práctica. Sin descontar a aquellos que se han visto obligados a dejar el arte a un lado para poder sobrevivir.

Los músicos en general, en cierto momento de nuestra vida, y algunos en casi todos los momentos, nos obsesionamos con nuestro instrumento y con sus accesorios, además del sonido y demás cuestiones técnicas. Particularmente, toco el saxofón profesionalmente, y los saxofonistas tenemos una obsesión con las boquillas, las cañas, las abrazaderas, el colgador, y cuanto accesorio podamos adquirir, además de querer tener el mejor saxo posible que se acomode a nuestro presupuesto y a nuestro gusto personal. Además pedimos clases a cuanto saxofonista se nos cruce, preguntamos acerca de la técnica para los sobreagudos (el registro «más importante» para muchos), vemos y bajamos tutoriales online, compartimos libros de música y métodos, etc. Estoy seguro de que cualquier músico aspirante a profesional o profesional se sentirá identificado, independientemente de qué instrumento toque. Y me parece que es indispensable hacer todo eso para llegar a desarrollar una voz propia.

¿Cuál es el problema que veo? Que me parece que la mayoría de nosotros estamos preparándonos eternamente para tener una voz, para decir… no sabemos qué. Yo que acabo de cumplir 50 años y 30 años de músico profesional voy a ensayar una respuesta. No sé si es LA respuesta, pero es un aporte.

Nos estamos preparando para decir la verdad. La verdad de nuestra alma, de nuestro espíritu, de lo que creemos. Nos preparamos para comunicar nuestras convicciones. Y para que eso tenga sustancia tienen que haber, además de emociones, ideas dentro de uno. Por eso, nutramos nuestros cerebros y nuestros espíritus de cultura, y no solo de música, sino de literatura, de arte, de cine, de teatro, de humanidades, y aprendamos historia. Mucho de esto es accesible incluso por Internet. Tengamos opinión política, abramos la mente y el corazón a todo ese universo de experiencias que nos han legado quienes pasaron por nuestro planeta: la cultura. Porque si estamos vacíos, no importa qué tan bonito suene ese saxofón. Lo que digamos a través de él también sonará vacío.

Por eso, te aconsejo que cada día, un rato, te alejes del saxofón, o del instrumento que toques, y te alimentes de cultura. No te preocupes, que vas a crecer y aprender aun más. Y después de un tiempo empezarás a sentir la diferencia entre querer ser solo un saxofonista y querer ser un artista.

Ahora, llegar a ser un artista es otra parte del camino, yo sigo ahí andando.

De música y poesía

De música y poesía

Siempre me jalaron las letras de las canciones y, no porque las melodías no fueran un eslabón importante en la construcción de una canción –sin olvidar los fraseos armónicos y los climas a los que nos tienen acostumbrados los buenos músicos y las buenas canciones–, sino porque la letra termina por enredarnos en una historia que pasa a formar parte del soundtrack de la vida.

Hay letras perfectas, ingeniosas, irreverentes, lacerantes, transparentes, que hieren sin freno y nos hacen elucubrar situaciones impensadas. Es una parte de la música que me pone en contacto con la sensibilidad de los compositores-poetas para desnudar almas y confundir pasiones. Es como cuando uno se sube a una marea interminable de frases construidas con las cenizas que dejaron algunas bajas y altas pasiones. Sin haber vivido entre muchos de los compositores que describen situaciones inimaginables en versos elaborados en larguísimas tertulias de ron y lo que hubiese.

Desde los cánticos para traspasar la fronteras de la censura de Caetano Veloso, Milton Nascimiento, Joan Manuel Serrat… hasta los sinsabores sociales de Víctor Manuel, Sabina, Aute, Violeta Parra, la negra Mercedes Sosa y los cubanos Milanés y Rodríguez, que nos encantaron con sus coplas revolucionarias, cargadas de amor y desamor, un diálogo poético que hace entrañable una canción, una verdadera canción con todas sus letras.

Sin lugar a dudas, desde mi experiencia, la música de autor española de los años setenta nos puso ante una nueva realidad: experimentó un notable cambio muy relacionado a la recuperación de la obra de poetas, reflejado, en un primer momento, por la mirada audaz de algunos músicos que difundían versos hechos canción de poetas como José Agustín Goytisolo. Recordemos que el poeta y cantautor Paco Ibáñez favoreció la difusión de sus versos más allá de los círculos literarios.

Esta tradición es un elemento innato de la música. Los trovadores y juglares medievales relataban y musicalizaban hazañas y andanzas comunes contadas en la lengua del pueblo. Algunos poemas parecieran llevar implícita una melodía que ansiaba vivir más allá de las páginas. Este proceso contagió a compositores quienes decidieron exponer sus propios trabajos desde la mirada de un músico. Partieron de melodías y compases para ofrecer bellas canciones que perduraron con los años. Esta es una muestra real de que las pasiones siguen siendo las mismas, pero expresadas con líneas –digamos– innovadoras, por decir algo. Versos que despliegan aromas y entrelazan sus hilos de colores a modo de alfombra persa, que traducimos por el arte musical, ese que los transforma en finales desgarradores y enigmáticos.

Algunas letras quedan: 27 años /y todavía no comprendo/ qué demonios hago/ pasando frío en el infierno/ Y no soy buena chica o por lo menos lo parece/ porque nadie me mira/ cuando muerdo las paredes/ Tengo una pistola por si un día todo falla/ en vez de hacer la cola poder saltar la valla/ Tengo una pistola por si un día todo falla/ pero no tengas miedo/ ahora no está cargada (Tengo una pistola de Cristina y Los Subterráneos). O la de buen Sabina que dice: Y en otros ojos me olvidé de tu mirada/ y en otros labios despisté a la madrugada/ y en otro pelo me curé del desconsuelo que empapaba mi almohada/ Y en otros puertos he atracado mi velero/ y en otros cuartos he colgado mi sombrero/ y una mañana comprendí que a veces gana el que pierde a una mujer.

Entre versos y melodías y melodías y versos terminamos por repetir que la música es el arte de expresar los sentimientos y las pasiones mediante los sonidos, más allá del bien y el mal. Y la poesía, según Platón, es como la parte del alma que en nuestras desgracias particulares nos esforzamos por frenar, que tiene sed de lágrimas y quisiera suspirar y lamentarse a su gusto. Y es esta su naturaleza, que se expresa en canciones con letras bien puestas y no remedo de poesía, con mal gusto y rima primariosa. Es aquella música poética que nos mueve el piso y nos contrasuelea con pasión. Esa es la música que a veces extraño escuchar. (MANUEL VALENCIA)

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